Análisis del grupo: Tribus de Israel (II)

Iniciábamos esta serie en el primer número de «Tribuna Blanca» con el análisis de grupo de «Salomón en la construcción del Templo de Jerusalén». Consideramos oportuno ahora continuarla con otro personaje estrechamente vinculado al sabio rey de Israel: la Reina de Saba. Ya anticipamos entonces que, según la tipología bíblica, la visita a Salomón de la Reina de Saba era una prefiguración de la Adoración de los Magos, así como un ejemplo del premio de los elegidos en el cielo. Pero además, y siguiendo a Réau (gran autoridad en la iconografía del arte cristiano), podemos añadir un tercer sentido a la inclusión del pasaje en la Semana Santa de Lorca, basado en el hecho de que los Magos eran extranjeros y además de otra religión (ni judíos ni cristianos), lo que sugiere un carácter de universalidad de la Redención. En esas mismas circunstancias se encontraba la propia Reina de Saba cuando siendo una extranjera rindió pleitesía a Salomón. Por eso, otra interpretación también muy difundida durante la Edad Media percibía en Salomón una figura de Cristo, y en la reina de Saba un typo de la Iglesia de los gentiles, que viene para escuchar la palabra del Redentor.

Así, no es de extrañar que encontremos a la Reina de Saba en numerosos conjuntos artísticos de carácter religioso, especialmente durante la Edad Media, pero también después: «Retablo de Klosterneuburg», pórticos de las catedrales góticas francesas de Chartres, Amiens y Reims, vidrieras de la catedral de Estrasburgo, «Retablo Prefigurativo de Basilea», en la catedral de Burgos, sillería alta de la catedral de Toledo, «Puerta del Paraíso» (Baptisterio de la catedral de Florencia) . y un largo etcétera para un personaje que algunos sostienen que no existió y al que otros niegan su justificación en la Semana Santa de Lorca porque ni fue reina de Egipto ni amante de dos triunviros romanos (motivos por los que esos mismos se empeñan en justificar lo injustificable).

 

Primera Reina de Saba de la Semana Santa de Lorca

(fotografía de Rodrigo del A.H.M.L.)

Y es que no basta con figurar en los libros de Historia, ni aún en la Biblia, para salir en las procesiones de Lorca.   La elección de los pasajes a representar obedece a un criterio mucho más restringido, en función de lo que esas escenas y sus protagonistas representan en la tradición de la Iglesia.

Para los cristianos, la primera fuente de referencia sobre el personaje es, lógicamente, la Santa Biblia. Dice 1 Re. 1O que la Reina de Saba viajó hasta Jerusalén atraída por la fama de Salomón y del Templo por él edificado, y para ponerlo a prueba con enigmas. Que entró en la ciudad con un gran séquito y riquezas fastuosas como nunca se habían visto, y que luego las ofreció al rey en reconocimiento a su saber.

Últimamente, se ha venido explicando la reina de Saba en procesión en el contexto de las otras esposas extranjeras que tuvo Salomón, que seguían practicando en Jerusalén sus ancestrales ritos religiosos:

«Sus mujeres, en efecto, le pervirtieron el corazón, de modo que, a la vejez de Salomón, sus mujeres le inclinaron hacia dioses extraños el corazón, el cual no fue entero para Yavé» (I Re. 11, 3-4).

Sin embargo, el narrador bíblico desligó en su crónica el hecho de la idolatría de Salomón de la visita de la reina de Saba. De hecho, aquel largo y fatigoso viaje para escuchar las sabias palabras del rey, ha sido propuesto como una lección moral frente a la frialdad con que los contemporáneos recibieron la palabra de Jesús. Además, según la tradición etiope recogida en la «Kebra Neguest» («Libro de la Grandeza de los Reyes»), la reina de Saba abrazó el judaísmo y Manelik, su hijo con Salomón, introdujo posteriormente la fe del «León de Judá» en su reino.

Perspectiva posterior (izquierda) y frontal (derecha) de la carroza estrenada en 1945 para la Reina de Saba

Así pues, no parece que podamos tomar a la reina de Saba como la instigadora del pecado de idolatría en que incurrió Salomón.

A este respecto, subraya el citado Réau que en la iconografía medieval sobre el tema de la idolatría de Salomón, jamás aparece la reina de Saba.

En consecuencia, nosotros también deberíamos desvincular un hecho de otro.

Pero sigamos con las fuentes que hablan de este personaje inexistente, caso de la «Kebra Neguest» (siglo XIII).

Para los etiopes, hubo un segundo Éxodo, esta vez dirigido hacia el sur, que también de forma milagrosa pudo escapar de sus perseguidores egipcios. Se asentaron en la región de Axoum, posteriormente Abisinia, y finalmente Etiopía, aunque parece ser que el reino de Saba, además de su núcleo originario dominaba el otro lado   de la costa del Mar Rojo, la región del Yemen, de donde provendría el otro nombre de la Reina, Balkis.

De entre los descendientes de aquellos hebreos surgió el profeta Angebo, padre de Makeda, la Reina de Saba, «La Perla siempre Pura», que viajó hasta Jerusalén para conocer al «León de Judá» que aún recuerda la tradición «Rasta».

Makeda regresó a Simyena, la capital de Axoum, con un hijo de Salomón en su vientre, Manelik, el fundador de Etiopía.

La reina nunca volvió a ver a Salomón, pero cuando tuvo edad de viajar, envió a su hijo para conocer a su padre. Los consejeros del rey desconfiaban de las verdaderas intenciones del joven, y temían las aspiraciones de Manelik al trono. Intrigaban cerca del Salomón sembrando la sospecha sobre la paternidad del joven príncipe. Y Salomón volvió a dar, una vez más, muestras de su proverbial sabiduría.

Cuando Manelik fue recibido en la corte, Salomón estaba vestido como un magnate más, sin ningún atributo que acreditase su realeza y mezclado entre los demás cortesanos. Sin embargo, el muchacho no dudó un instante, y se encaminó directamente hacia el rey para presentarle sus respetos.

Continúa la tradición etiope con el relato del robo del Arca de la Alianza, que supuestamente se llevó Manelik y que, tras diferentes peripecias, hoy custodian en un santuario del lago Tana. También «El Corán» relata el encuentro entre Salomón y la Reina de Saba en el capítulo titulado «Las Hormigas».

Por documentos de la época, sabemos que «La Reina de Saba en su visita a Salomón» era un grupo que sacaba el paso Blanco en sus procesiones de Jueves y Viernes Santo ya en 1863, pero que por razones desconocidas desaparece antes de 1885 y, durante un corto periodo de tiempo (entre 1886 y el final del siglo XIX), el Paso Azul también lo representó.

Fue recuperado del olvido siendo presidente del Paso Blanco Juan Bautista Llamas Campoy, entre los años 1944 y 1945, bajo la dirección de Emilio Felices.

Manelik (Foto Javier Aledo-Archivo Paso Blanco)

Caballeria de la Reina de Saba (Foto Javier Aledo-Archivo Paso Blanco)

El grupo estaba compuesto por una carroza de estilo egipcio para la reina, que aparecía servida por dos esclavas, y una escolta de jinetes abisinios, con capetas y mantillas bordadas.

Sus motivos ornamentales aludían a los enigmas con los que la reina probó la sabiduría de Salomón, y a los presentes que le ofreció. Destacaba una capeta de raso lila que presentaba el rostro de un abisinio (el medallón de la actual «capeta del Negro») que había sido bordado por Dolores Pelegrín antes de la Guerra Civil.

De nuevo entre 197O y 1971, siendo presidente Luis Mora Parra se renueva el grupo, con la colaboración de Damián Teruel y Juan Jódar en  las tareas artísticas. Se restaura la caballería, se incorpora una corte a pie, la figura de la sacerdotisa Luna a caballo (que en 1989 pasó a desfilar en una triga), y aparece otra figura nueva, Manelik, sobre un carro de caza que desfila con la particularidad inédita hasta entonces de que este tipo  de carro girase sobre la marcha a lo  largo  de  la  carrera.  Y  en 1979 Se estrena  una  nueva  carroza  monumental  para  la  reina. El  grupo actual lo  componen Manelik, la  corte a  pie, la  carroza y    la caballería de la Reina de Saba.

La corte la encabeza el haya de la reina, acompañada de sus doncellas con ofrendas y esclavos con plumeros. Sigue otro grupo presididio por la sacerdotisa Luna, rodeada de asistentas para el culto y esclavas con presentes. Y cierran la comitiva las damas de la corte.

La carroza de la Reina de Saba, estrenada en 1998, fue la primeraconcebida para desfilar por tracción en la  Semana Santa  de Lorca.

Tiran de ella 33 esclavos cobrizos comandados por un capataz al  que asisten otros dos esclavos.

Un cómitre sobre la carroza marca el ritmo de la marcha a los porteadores. La Reina, sentada en el trono, va acompañada por cuatro esclavas y servida por dos esclavos con plumeros blancos. Tras la carroza, la caballería de la Reina de Saba se compone de nueve jinetes abisinios, que mantiene la impronta e iconografía de la versión original de1944.

Detalle capeta del negro (Foto Aledo- Archivo Paso Blanco)

Carroza de la Reina de Saba

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